La riqueza de la obra no
radica en sus técnicas ni en sus tendencias sino en el mundo psicológico de sus
dos protagonistas: Lucía en el siglo xx y Juana de Castilla durante el
Renacimiento (siglos XV y XVI). Para la realización de un análisis psicológico
en un texto literario, con personajes ficticios y reales no existe un modelo
definido sino que se analiza su forma de actuar y de ser, su carácter y su
temperamento de acuerdo a como el lector los percibe.
ANÁLISIS PSICOLÓGICO DE JUANA DE CASTILLA.
Juana de Castilla fue
para su tiempo una mujer inteligente, culta, bella, tenaz, valiente. Según José
Andrés Martínez (2005) sus padres le procuraron una esmerada educación, entre
sus preceptores se hallaba Beatriz Galindo.
“Soy una princesa del Renacimiento. He leído a los clásicos y he
discutido filosofía con Erasmo de Rotterdam, quien, según me lo confiara el
milanés Pedro Mártir, tutor de mi hermano, quedó asombrado de mi inteligencia.
Hablo el latín con fluidez, igual que el francés, e italiano y el inglés.”
(Belli, 2005: 115).
“La educó Beatriz Galindo “la Latina”, una de las filósofas más
brillantes de ese tiempo…” (Belli, 2005: 12).
“Desde pequeña su valentía, su fuerza física, causaban admiración.”
(Belli, 2005: 70).
“… no puedo jugar el papel de
dócil que se me asigna sin que se me remuevan las entrañas.” (Belli, 2005:
115).
Felipe y Juana sólo
fueron dos piezas de ajedrez en un enorme tablero, fueron utilizados por sus
padres para mantener la paz territorial entre sus reinos. Martínez (2005)
afirma que los padres de estos dos jóvenes concertaron matrimonio doble por
motivos políticos: Felipe y su hermana
Margarita casarían con Juana y Juan.
“…les casaran para consumar un matrimonio concertado por razones de
Estado.” (Belli, 2005: 12).
“Conscientes de lo poco que habíamos intervenido en los engranajes de
nuestras vidas, intercambiamos, sin cruzar palabra, la certidumbre de que
juntos descubriríamos nuevos usos para la libertad que nos concedería el
matrimonio.” (Belli, 2005: 83).
Su matrimonio con Felipe
el Hermoso duró diez años, fue por
intereses políticos, lo que se denomina falta de disgresión de juicio en Juana
I Castilla. Esto lo reafirma el estudio que realiza Martínez (2005) en el que
plantea que los Reyes Católicos tenían planes para la vida de la atractiva
Juana.
“Este matrimonio tuyo nos hará de importantes aliados y fortalecerá
nuestra posición frente a Francia.” (Belli, 2005: 67).
“A sus hijas todas nos ha usado como monedas de cambio para alianzas y
para ampliar su poder.” (Belli, 2005: 115).
Para Juana, estar casada
con Felipe la hacía pensar en una libertad que tendría como mujer, sería
independiente. Ni sus padres ni la iglesia ni sus más leales servidores
gobernarían sobre ella, pero más tarde se dará cuenta que únicamente sólo
cambió de prisión.
“En el viaje tomaría conciencia de que separarse de su casa y su familia
le permitía ser ella misma.” (Belli, 2005: 70).
“A mi la independencia se me había subido a la cabeza como un licor
cálido… No me daba cuenta aún de que mi destino sólo había cambiado de las
manos de mis padres a las de mi marido.” (Belli, 2005: 100).
Fue víctima de las intrigas por el poder hasta
el punto de vivir enclaustrada 46 años en Tordesillas, lo que realmente la pudo
enloquecer. Para la Licenciada Julieta Khül (2006) el ser humano por naturaleza
es sociable, por lo tanto, necesita interactuar con otros individuos, desde esa
perspectiva el solo hecho de haberla aislado se puede tomar como un fundamento
para descubrir si en realidad estaba loca. Felipe la separó de todo el séquito
Castellano y la fue aislando poco a poco para sus propios intereses.
“La conciencia de que Felipe me había separaba de todo cuanto amaba
acrecentó mis lágrimas porque justo entonces me percaté del aislamiento en que
me encontraba.” (Belli, 2005: 101-102).
Él es quien abre el
camino hacia la condena que terminaría con la vida de la reina. Éste la
maltrata físicamente e inicia el encierro, que años más tarde continuaría su
padre y que sus hijos culminarían hasta llevarla a la muerte.
“Me tomó del pelo y empezó a bofetearme, a darme de golpes, mientras
profecías gritos e insultos… cuando intenté salir de mi habitación, me di
cuenta de que la puerta estaba trancada por fuera.” (Belli, 2005: 203).
Esto provoca en Juana
las siguientes características de esquizofrenia (OMS, 1992: 8-11):
1.-Comportamiento gravemente desorganizado (agitación,
incapacidad de organizarse y de mantener la higiene personal).
“Me negué a comer, a
bañarme.
Otra vez apelé a la
única resistencia a mi alcance: la de mi cuerpo.” (Belli, 2005: 270).
2.-Presenta ansiedad, ira,
tendencia a discutir y violencia.
“Me pongo vengativa y altanera. Una rabia que yace muy dentro de mí y
cuyo origen desconozco aflora a mi superficie y me anega… En este estado de
ánimo, hago cosas impulsivas de las que después me arrepiento.” (Belli, 2005:
115).
3.-Negativismo extremo, o
mutismo.
“Mi madre no entendía mi mutismo. Se sentaba a mi lado intentando
dialogar, haciéndome preguntas… por dos o tres días hice más que llorar.”
(Belli, 2005:175).
Según la Organización
Mundial para la Salud, la esquizofrenia es un
trastorno fundamental de la personalidad, una distorsión del pensamiento. Poseen ideas delirantes que pueden ser extravagantes, con
alteración de la percepción, afecto anormal sin relación con la situación y
autismo entendido como aislamiento.
Para doblegarla y
hacerla sumisa emplearon diferentes estrategias que provocaron inestabilidad en
su estado de ánimo, convirtiéndola en un ser fácil de manejar, muchas veces
complaciente a los deseos de los demás. Una de las armas que utilizó su esposo,
su padre y su primogénito fue el apartarla de sus hijos.
“Yo no quería separarme de mi
hijo. Rechazaba la idea de que creciera sintiéndose peón de intereses de poder….
Me lo arrancaron de los brazos a empellones, sin importarle los gritos del
pequeño ni los míos.” (Belli, 2005: 270).
Durante su vida se
presentan diferentes estados de ánimo: en ocasiones, es una mujer fuerte,
decidida y clara de sus acciones.
“Sufro de momentos en que me ensoberbezco y pienso que puedo valerme
sola en todo… Mi madre me enseñó que las mujeres no necesitamos doblegarnos.”
(Belli, 2005: 115).
En otros momentos, Juana
se transforma en una mujer insegura, inestable, temerosa e incapaz de hacerle
frente a las adversidades.
“Entré en un estado de melancolía…” (Belli, 2005: 81).
La situación en la que
vivió fue muy difícil, sus enemigos fueron los seres que ella más amó: su
padre, su esposo y sus hijos.
Siente una profunda
soledad, está desprotegida. No tiene a nadie fiel a su lado que la pueda ayudar
y proteger. Desconfía de todas las personas que están cerca de ella y de su
esposo. Su mayor temor es perder a Felipe.
“Me aterra que Felipe deje de quererme, por mucho que sepa que mi temor
será, a la postre, la causa de mi desgracia.” (Belli, 2005: 119).
Como madre, se siente desilusionada por todos
sus hijos.
“La mayor parte fue saqueada
por sus hijos, Carlos, Catalina y Leonor, quienes aún en vida de ella se
apropiaron del grueso de sus joyas.” (Belli, 2005: 275).
Juana experimenta seguridad y confianza cuando
su madre envía a Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Córdoba. Encuentra en él
un consejero sabio y sagaz en el que puede depositar su confianza.
“Gracias a él me he sentido menos sola y he comprendido la complejidad de
los intereses en juego que antes sólo sospechaba mi intuición.” (Belli, 2005:
135).
“El obispo Fonseca… Me
advierte de que esté alerta y no me deje avasallar por los sutiles juegos y
engaños de los Valois.” (Belli, 2005: 137).
La poca felicidad que
experimentaba Juana en los momentos de intimidad con Felipe la impulsaban a
rebelarse contra todos aquellos que le reprochaban su desborde de ánimo e
incluso los que la reprimían y querían decidir por ella. Pero pierde esa
felicidad a raíz de los engaños de Felipe y comienza a madurar como mujer. Los
momentos de felicidad en la vida de Juana fueron muy pocos. Las crónicas
relatadas por Martínez (2005) demuestran
que a partir del primer embarazo de la reina se pone fin a la felicidad que
vivía con su esposo.
“La felicidad de mi carne cada noche me incitaba a rebelarme contra los
resabios de la rigidez castellana que prevalecían en el séquito leal a mi madre
que me acompañaba.” (Belli, 2005: 99).
“Me rebelo contra la obediencia y la idea de que sean otros quienes
decidan mi vida.” (Belli, 2005:115).
Los historiadores han
calificado la manera de reaccionar de la reina como un trastorno
esquizofrénico.
La escritora nicaragüense
Gioconda Belli plantea una hipótesis sobre la psiquis de la Reina Juana I
Castilla. Le atribuye un trastorno bipolar producto de los celos patológicos. Para
Ana Muñoz (2005) los celos patológicos están acompañados de
intensos sentimientos de inseguridad, auto-compasión, hostilidad y depresión y
suelen ser destructivos para la relación. La reina presenta reacciones violentas producto de
los celos que le provocan los actos de su esposo.
“… la pelirroja en medio de las demás… La detuve alzando la mano. Mis
compatriotas me miraban entre atemorizadas y solidarias… La pelirroja empezó a
llorar… No lograba detenerme. Corté y corté cada vez más deprisa… Hasta que
entreví el cráneo traslúcido y me aparté para verla convertida en un muchacho
feo… Me senté en una silla. Después con las tijeras sobre el regazo… Luego
recogí los rizos del suelo y los esparcí sobre la almohada de Felipe.” (Belli,
2005: 202- 203).
Juana no tenía paz en
ningún lugar, no dormía tranquilamente y le dolía constantemente la cabeza.
“Los dolores de cabeza me cegaban por horas o me postraban provocándome
náuseas.” (Belli, 2005: 196).
La personalidad de Juana
I Castilla es muy variante, vive períodos de alegría y luego se ve sumida en
profunda tristeza, melancolía, en un momento es una mujer fuerte y decidida, en
otro momento es la mujer sometida y callada que su esposo desea. De la mujer
amorosa entregada pasa a ser una mujer que siente odio y rechazo por todos los
que la rodean.
Lo más real en ella, es
la pasión con que amó a Felipe y después de su muerte los deseos murieron en
ella. Luchó contra sus carceleros, pero no empleó las armas correctas ya que el
daño que deseaba producir en otros se revirtió y la dañaron a ella.
Su locura queda en tela
de juicio tanto para la historia como para los lectores.
“Ni ella ni ellos se pueden defender ahora del juicio de la historia y
del más voluble juicio de los historiadores.” (Belli, 2005: 255).
Dentro de la Familia Real el comportamiento que presentaba Juana era
motivo de preocupación debido a que era asociado a la locura que padeció
primeramente su abuela materna.
“Pero también decían que me
parecía a Isabel de Portugal, la madre de mi madre… pero no me gustaba que me
compararan con ella porque oía a las damas cuchichear sobre su locura.” (Belli,
2005: 44-45).
ANÁLISIS PSICOLÓGICO DE LUCÍA.
Lucía se convierte en
una médium que a través de su imaginación reconstruye el mundo de la Reina
Juana de Castilla, pero emerge de ese trance agotada y somnolienta para
enfrentarse a su realidad.
“La realidad fuera de mí dio paso a una realidad proyectada en mi retina
desde dentro de mí… Sentí que mi mente, ancha como una caverna, proyectaba
aquellas escenas como si se tratara de recuerdos guardados allí desde antes,
prestos a emerger no más ser convocados.” (Belli, 2005:45-46).
“La realidad de mis ropas modernas no logró despojarme inmediatamente de
la sensación de estar en otra época. Me costó volver a las prisas, los ruidos
de la calle.” (Belli, 2005: 49-50).
Una de las características
de su personalidad, que refleja Lucía, es la manera como se siente a la hora de
escribir cartas:
- Cuando
le escribe a Isis se siente una niña infantil e inmadura.
- Cuando
le escribe a Manuel se siente una mujer madura y lista para vivir la
pasión de su cuerpo y su mente.
“Si al escribirle a Manuel sentía que me describía madura y perceptiva,
al dirigirme a Isis me contemple desolada, infantil y con una gran necesidad de
que me compadecieran.” (Belli, 2005: 52).
El personaje de Lucía
representa a la mujer moderna que vive sus sentimientos sin inhibiciones. A
través de la relación que vive con Manuel logra sentirse realizada plenamente
como mujer y puede dar respuesta a todas aquellas inquietudes que desde niña no
le fueron aclaradas sobre su cuerpo. Se convierte en la amante perfecta y
astuta, capaz de ocultar con sagacidad lo que para ella representa su máxima
realización.
“Me parecía increíble ocultar sin dificultad un acontecimiento tan
trascendental… Era mi niñez de virgen la que me desalojaba… Tanto imaginar dolores y vergüenzas cuando la
sexualidad me había parecido llena de lucidez; una revelación de la intimidad
entre el cuerpo y el espíritu.” (Belli, 2005: 89-90).
Vive con un profundo
vacío por la carencia de amor paterno y materno. Esto la obliga a construir un
mundo de fantasías donde cree que si se porta bien sus padres van a regresar
por ella. Probablemente la ausencia del núcleo familiar es lo que la arrastra a
vivir la relación con Manuel y a sentir que tiene a alguien que la protege, la
entiende y que no la ve como una niña. Al mismo tiempo sufre por la inseguridad
e incertidumbre de su futuro con Manuel.
“Fue como si por primera vez interiorizara a cabalidad la ausencia
definitiva de mis padres; la realidad de que ya jamás, nunca, vendrían por mí
al colegio… Y hacerme la ilusión de que al final de esos años, un día de
tantos, si hacía todo bien y era buena alumna, yo también recibiría la visita
de mis padres…” (Belli, 2005: 53).
“Yo no podía imaginar a qué conduciría aquello… Cuando me vestía y salía
de allí, cuando trataba de separarme de Juana, era que se me ocurría
preguntarme dónde conduciría mi relación con Manuel.” (Belli, 2005: 113).
“Algo que me intrigó entonces fue no poder responderme si estaba o no
enamorada de Manuel.” (Belli, 2005: 112).
Otro aspecto que
acompaña a Lucía es el miedo al encierro, se podría decir que sufre de
claustrofobia.
“Corrí a la puerta de la cocina. Intenté abrirla. No cedió. No cedieron
ninguna de las ventanas ni las otras puertas que intenté abrir. Sudaba frío…
Pero no lograba calmarme. Jadeaba. Me desmayaría si ingería más oxígeno del que
mi cuerpo lograba procesar…Saqué una bolsa de papel y empecé a soplar en ella.
No entendía por que me habían dejado tras siete candados en ese caserón.” (Belli,
2005: 278).
No sólo es temor al
encierro físico que vive en el convento y en el caserón de los Denias, sino que
teme no ser libre como mujer y poder tomar sus propias decisiones.
“Dentro del entorno de mi mente y mi cuerpo yo era reina y soberana y disfrutaba
de la más absoluta libertad. Hasta entonces, la libertad para mí había sido un
concepto más intangible puesto que eran otros quienes tomaban decisiones en mi
nombre.” (Belli, 2005: 110).
El carácter de este
personaje femenino es fuerte debido a que en el transcurso de la novela va
evolucionando de una adolescente colegiala hasta volverse mujer dueña de su
propia vida y madre soltera. Las palabras que definen completamente la forma de
ser de Lucía son: tenaz, fuerte, independiente, emprendedora, confidente,
aventurera, enérgica y franca.
Lucía por ser joven y
por haber pasado su infancia en un internado tiene la típica curiosidad de toda
adolescente con respecto a la intimidad de los adultos; la pasión y los celos
desbordados entre Juana y Felipe le intrigan; así como las infidelidades de los
hombres.
“Quería saber más sobre la historia íntima de los hombres y las mujeres.
Por qué se atraían y rechazaban; por qué permitían que las pasiones desafiaran
el control de la razón aun cuando sufrieran en el proceso.” (Belli, 2005: 50).
“También me interesaba la tragedia de Juana, el amor y los celos que
sintiera por Felipe el Hermoso.” (Belli, 2005: 27).
Algo que llama mucho la
atención es la manera como se siente Lucía ante el retrato de Juana, pintado por
Francisco Pradilla, la pintura la hace experimentar diferentes estados de ánimo.
Admira en Juana la manera como muestra su coraje y fuerza a pesar de que la
época no se lo permitía.
“Siento tristeza por Juana. Eso
de no saber si uno es o no amado…” (Belli, 2005: 121).
“Admiro a Juana, que, sin tener mayores alternativas, optó por
rebelarse, por enfrentar su situación y no quedarse callada. No era lo que
acostumbraban hacer las mujeres de entonces, por eso la aplaudo.” (Belli, 2005:
204)
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