sábado, 23 de abril de 2016

PSICOLOGÍA DE LOS PRINCIPALES PERSONAJES FEMENINOS EN "EL PERGAMINO DE LA SEDUCCIÓN"



La riqueza de la obra no radica en sus técnicas ni en sus tendencias sino en el mundo psicológico de sus dos protagonistas: Lucía en el siglo xx y Juana de Castilla durante el Renacimiento (siglos XV y XVI). Para la realización de un análisis psicológico en un texto literario, con personajes ficticios y reales no existe un modelo definido sino que se analiza su forma de actuar y de ser, su carácter y su temperamento de acuerdo a como el lector los percibe.

ANÁLISIS PSICOLÓGICO DE JUANA DE CASTILLA.

Juana de Castilla fue para su tiempo una mujer inteligente, culta, bella, tenaz, valiente. Según José Andrés Martínez (2005) sus padres le procuraron una esmerada educación, entre sus preceptores se hallaba Beatriz Galindo. 

“Soy una princesa del Renacimiento. He leído a los clásicos y he discutido filosofía con Erasmo de Rotterdam, quien, según me lo confiara el milanés Pedro Mártir, tutor de mi hermano, quedó asombrado de mi inteligencia. Hablo el latín con fluidez, igual que el francés, e italiano y el inglés.” (Belli, 2005: 115).

“La educó Beatriz Galindo “la Latina”, una de las filósofas más brillantes de ese tiempo…” (Belli, 2005: 12).

“Desde pequeña su valentía, su fuerza física, causaban admiración.” (Belli, 2005: 70).

     “… no puedo jugar el papel de dócil que se me asigna sin que se me remuevan las entrañas.” (Belli, 2005: 115).

Felipe y Juana sólo fueron dos piezas de ajedrez en un enorme tablero, fueron utilizados por sus padres para mantener la paz territorial entre sus reinos. Martínez (2005) afirma que los padres de estos dos jóvenes concertaron matrimonio doble por motivos políticos: Felipe  y su hermana Margarita casarían con Juana y Juan.

“…les casaran para consumar un matrimonio concertado por razones de Estado.” (Belli, 2005: 12).

“Conscientes de lo poco que habíamos intervenido en los engranajes de nuestras vidas, intercambiamos, sin cruzar palabra, la certidumbre de que juntos descubriríamos nuevos usos para la libertad que nos concedería el matrimonio.” (Belli, 2005: 83).

Su matrimonio con Felipe el Hermoso  duró diez años, fue por intereses políticos, lo que se denomina falta de disgresión de juicio en Juana I Castilla. Esto lo reafirma el estudio que realiza Martínez (2005) en el que plantea que los Reyes Católicos tenían planes para la vida de la atractiva Juana. 

“Este matrimonio tuyo nos hará de importantes aliados y fortalecerá nuestra posición frente a Francia.” (Belli, 2005: 67).

“A sus hijas todas nos ha usado como monedas de cambio para alianzas y para ampliar su poder.” (Belli, 2005: 115).

Para Juana, estar casada con Felipe la hacía pensar en una libertad que tendría como mujer, sería independiente. Ni sus padres ni la iglesia ni sus más leales servidores gobernarían sobre ella, pero más tarde se dará cuenta que únicamente sólo cambió de prisión.

“En el viaje tomaría conciencia de que separarse de su casa y su familia le permitía ser ella misma.” (Belli, 2005: 70).

“A mi la independencia se me había subido a la cabeza como un licor cálido… No me daba cuenta aún de que mi destino sólo había cambiado de las manos de mis padres a las de mi marido.” (Belli, 2005: 100).

 Fue víctima de las intrigas por el poder hasta el punto de vivir enclaustrada 46 años en Tordesillas, lo que realmente la pudo enloquecer. Para la Licenciada Julieta Khül (2006) el ser humano por naturaleza es sociable, por lo tanto, necesita interactuar con otros individuos, desde esa perspectiva el solo hecho de haberla aislado se puede tomar como un fundamento para descubrir si en realidad estaba loca. Felipe la separó de todo el séquito Castellano y la fue aislando poco a poco para sus propios intereses.

“La conciencia de que Felipe me había separaba de todo cuanto amaba acrecentó mis lágrimas porque justo entonces me percaté del aislamiento en que me encontraba.” (Belli, 2005: 101-102).

Él es quien abre el camino hacia la condena que terminaría con la vida de la reina. Éste la maltrata físicamente e inicia el encierro, que años más tarde continuaría su padre y que sus hijos culminarían hasta llevarla a la muerte.

“Me tomó del pelo y empezó a bofetearme, a darme de golpes, mientras profecías gritos e insultos… cuando intenté salir de mi habitación, me di cuenta de que la puerta estaba trancada por fuera.” (Belli, 2005: 203).

Esto provoca en Juana las siguientes características de esquizofrenia (OMS, 1992: 8-11):

1.-Comportamiento gravemente desorganizado (agitación, incapacidad de organizarse y de mantener la higiene personal).
“Me negué a comer, a bañarme.
Otra vez apelé a la única resistencia a mi alcance: la de mi cuerpo.” (Belli, 2005: 270).

2.-Presenta ansiedad, ira, tendencia a discutir y violencia.
“Me pongo vengativa y altanera. Una rabia que yace muy dentro de mí y cuyo origen desconozco aflora a mi superficie y me anega… En este estado de ánimo, hago cosas impulsivas de las que después me arrepiento.” (Belli, 2005: 115).

3.-Negativismo extremo, o mutismo.
“Mi madre no entendía mi mutismo. Se sentaba a mi lado intentando dialogar, haciéndome preguntas… por dos o tres días hice más que llorar.” (Belli, 2005:175).

Según la Organización Mundial para la Salud, la esquizofrenia es un trastorno fundamental de la personalidad, una distorsión del pensamiento. Poseen ideas delirantes que pueden ser extravagantes, con alteración de la percepción, afecto anormal sin relación con la situación y autismo entendido como aislamiento.

Para doblegarla y hacerla sumisa emplearon diferentes estrategias que provocaron inestabilidad en su estado de ánimo, convirtiéndola en un ser fácil de manejar, muchas veces complaciente a los deseos de los demás. Una de las armas que utilizó su esposo, su padre y su primogénito fue el apartarla de sus hijos.

    “Yo no quería separarme de mi hijo. Rechazaba la idea de que creciera sintiéndose peón de intereses de poder…. Me lo arrancaron de los brazos a empellones, sin importarle los gritos del pequeño ni los míos.” (Belli, 2005: 270).

Durante su vida se presentan diferentes estados de ánimo: en ocasiones, es una mujer fuerte, decidida y clara de sus acciones.

“Sufro de momentos en que me ensoberbezco y pienso que puedo valerme sola en todo… Mi madre me enseñó que las mujeres no necesitamos doblegarnos.” (Belli, 2005: 115).

En otros momentos, Juana se transforma en una mujer insegura, inestable, temerosa e incapaz de hacerle frente a las adversidades.

“Entré en un estado de melancolía…” (Belli, 2005: 81).

La situación en la que vivió fue muy difícil, sus enemigos fueron los seres que ella más amó: su padre, su esposo y sus hijos.

Siente una profunda soledad, está desprotegida. No tiene a nadie fiel a su lado que la pueda ayudar y proteger. Desconfía de todas las personas que están cerca de ella y de su esposo. Su mayor temor es perder a Felipe.

“Me aterra que Felipe deje de quererme, por mucho que sepa que mi temor será, a la postre, la causa de mi desgracia.” (Belli, 2005: 119).

 Como madre, se siente desilusionada por todos sus hijos.

     “La mayor parte fue saqueada por sus hijos, Carlos, Catalina y Leonor, quienes aún en vida de ella se apropiaron del grueso de sus joyas.” (Belli, 2005: 275).

      Juana experimenta seguridad y confianza cuando su madre envía a Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Córdoba. Encuentra en él un consejero sabio y sagaz en el que puede depositar su confianza.

       Gracias a él me he sentido menos sola y he comprendido la complejidad de los intereses en juego que antes sólo sospechaba mi intuición.” (Belli, 2005: 135).

     “El obispo Fonseca… Me advierte de que esté alerta y no me deje avasallar por los sutiles juegos y engaños de los Valois.” (Belli, 2005: 137).
 
La poca felicidad que experimentaba Juana en los momentos de intimidad con Felipe la impulsaban a rebelarse contra todos aquellos que le reprochaban su desborde de ánimo e incluso los que la reprimían y querían decidir por ella. Pero pierde esa felicidad a raíz de los engaños de Felipe y comienza a madurar como mujer. Los momentos de felicidad en la vida de Juana fueron muy pocos. Las crónicas relatadas por Martínez (2005)  demuestran que a partir del primer embarazo de la reina se pone fin a la felicidad que vivía con su esposo.

“La felicidad de mi carne cada noche me incitaba a rebelarme contra los resabios de la rigidez castellana que prevalecían en el séquito leal a mi madre que me acompañaba.” (Belli, 2005: 99).

“Me rebelo contra la obediencia y la idea de que sean otros quienes decidan mi vida.” (Belli, 2005:115).

Los historiadores han calificado la manera de reaccionar de la reina como un trastorno esquizofrénico.

La escritora nicaragüense Gioconda Belli plantea una hipótesis sobre la psiquis de la Reina Juana I Castilla. Le atribuye un trastorno bipolar producto de los celos patológicos. Para Ana Muñoz (2005) los celos patológicos están acompañados de intensos sentimientos de inseguridad, auto-compasión, hostilidad y depresión y suelen ser destructivos para la relación. La reina presenta reacciones violentas producto de los celos que le provocan los actos de su esposo.

“… la pelirroja en medio de las demás… La detuve alzando la mano. Mis compatriotas me miraban entre atemorizadas y solidarias… La pelirroja empezó a llorar… No lograba detenerme. Corté y corté cada vez más deprisa… Hasta que entreví el cráneo traslúcido y me aparté para verla convertida en un muchacho feo… Me senté en una silla. Después con las tijeras sobre el regazo… Luego recogí los rizos del suelo y los esparcí sobre la almohada de Felipe.” (Belli, 2005: 202- 203).

Juana no tenía paz en ningún lugar, no dormía tranquilamente y le dolía constantemente la cabeza.

“Los dolores de cabeza me cegaban por horas o me postraban provocándome náuseas.” (Belli, 2005: 196).

La personalidad de Juana I Castilla es muy variante, vive períodos de alegría y luego se ve sumida en profunda tristeza, melancolía, en un momento es una mujer fuerte y decidida, en otro momento es la mujer sometida y callada que su esposo desea. De la mujer amorosa entregada pasa a ser una mujer que siente odio y rechazo por todos los que la rodean.

Lo más real en ella, es la pasión con que amó a Felipe y después de su muerte los deseos murieron en ella. Luchó contra sus carceleros, pero no empleó las armas correctas ya que el daño que deseaba producir en otros se revirtió y la dañaron a ella.

Su locura queda en tela de juicio tanto para la historia como para los lectores.

“Ni ella ni ellos se pueden defender ahora del juicio de la historia y del más voluble juicio de los historiadores.” (Belli, 2005: 255).
  

      Dentro de la Familia Real el comportamiento que presentaba Juana era motivo de preocupación debido a que era asociado a la locura que padeció primeramente su abuela materna.

     “Pero también decían que me parecía a Isabel de Portugal, la madre de mi madre… pero no me gustaba que me compararan con ella porque oía a las damas cuchichear sobre su locura.” (Belli, 2005: 44-45).

ANÁLISIS PSICOLÓGICO DE LUCÍA.

Lucía se convierte en una médium que a través de su imaginación reconstruye el mundo de la Reina Juana de Castilla, pero emerge de ese trance agotada y somnolienta para enfrentarse a su realidad.

“La realidad fuera de mí dio paso a una realidad proyectada en mi retina desde dentro de mí… Sentí que mi mente, ancha como una caverna, proyectaba aquellas escenas como si se tratara de recuerdos guardados allí desde antes, prestos a emerger no más ser convocados.” (Belli, 2005:45-46).


“La realidad de mis ropas modernas no logró despojarme inmediatamente de la sensación de estar en otra época. Me costó volver a las prisas, los ruidos de la calle.” (Belli, 2005: 49-50).

Una de las características de su personalidad, que refleja Lucía, es la manera como se siente a la hora de escribir cartas:
  1. Cuando le escribe a Isis se siente una niña infantil e inmadura.
  2. Cuando le escribe a Manuel se siente una mujer madura y lista para vivir la pasión de su cuerpo y su mente.

“Si al escribirle a Manuel sentía que me describía madura y perceptiva, al dirigirme a Isis me contemple desolada, infantil y con una gran necesidad de que me compadecieran.” (Belli, 2005: 52).

El personaje de Lucía representa a la mujer moderna que vive sus sentimientos sin inhibiciones. A través de la relación que vive con Manuel logra sentirse realizada plenamente como mujer y puede dar respuesta a todas aquellas inquietudes que desde niña no le fueron aclaradas sobre su cuerpo. Se convierte en la amante perfecta y astuta, capaz de ocultar con sagacidad lo que para ella representa su máxima realización.

“Me parecía increíble ocultar sin dificultad un acontecimiento tan trascendental… Era mi niñez de virgen la que me desalojaba… Tanto  imaginar dolores y vergüenzas cuando la sexualidad me había parecido llena de lucidez; una revelación de la intimidad entre el cuerpo y el espíritu.” (Belli, 2005: 89-90).

Vive con un profundo vacío por la carencia de amor paterno y materno. Esto la obliga a construir un mundo de fantasías donde cree que si se porta bien sus padres van a regresar por ella. Probablemente la ausencia del núcleo familiar es lo que la arrastra a vivir la relación con Manuel y a sentir que tiene a alguien que la protege, la entiende y que no la ve como una niña. Al mismo tiempo sufre por la inseguridad e incertidumbre de su futuro con Manuel.

“Fue como si por primera vez interiorizara a cabalidad la ausencia definitiva de mis padres; la realidad de que ya jamás, nunca, vendrían por mí al colegio… Y hacerme la ilusión de que al final de esos años, un día de tantos, si hacía todo bien y era buena alumna, yo también recibiría la visita de mis padres…” (Belli, 2005: 53).

“Yo no podía imaginar a qué conduciría aquello… Cuando me vestía y salía de allí, cuando trataba de separarme de Juana, era que se me ocurría preguntarme dónde conduciría mi relación con Manuel.” (Belli, 2005: 113).

“Algo que me intrigó entonces fue no poder responderme si estaba o no enamorada de Manuel.” (Belli, 2005: 112).

Otro aspecto que acompaña a Lucía es el miedo al encierro, se podría decir que sufre de claustrofobia.

“Corrí a la puerta de la cocina. Intenté abrirla. No cedió. No cedieron ninguna de las ventanas ni las otras puertas que intenté abrir. Sudaba frío… Pero no lograba calmarme. Jadeaba. Me desmayaría si ingería más oxígeno del que mi cuerpo lograba procesar…Saqué una bolsa de papel y empecé a soplar en ella. No entendía por que me habían dejado tras siete candados en ese caserón.” (Belli, 2005: 278).

No sólo es temor al encierro físico que vive en el convento y en el caserón de los Denias, sino que teme no ser libre como mujer y poder tomar sus propias decisiones.

“Dentro del entorno de mi mente y mi cuerpo yo era reina y soberana y disfrutaba de la más absoluta libertad. Hasta entonces, la libertad para mí había sido un concepto más intangible puesto que eran otros quienes tomaban decisiones en mi nombre.” (Belli, 2005: 110).

El carácter de este personaje femenino es fuerte debido a que en el transcurso de la novela va evolucionando de una adolescente colegiala hasta volverse mujer dueña de su propia vida y madre soltera. Las palabras que definen completamente la forma de ser de Lucía son: tenaz, fuerte, independiente, emprendedora, confidente, aventurera, enérgica y franca.

Lucía por ser joven y por haber pasado su infancia en un internado tiene la típica curiosidad de toda adolescente con respecto a la intimidad de los adultos; la pasión y los celos desbordados entre Juana y Felipe le intrigan; así como las infidelidades de los hombres.

“Quería saber más sobre la historia íntima de los hombres y las mujeres. Por qué se atraían y rechazaban; por qué permitían que las pasiones desafiaran el control de la razón aun cuando sufrieran en el proceso.” (Belli, 2005: 50).

“También me interesaba la tragedia de Juana, el amor y los celos que sintiera por Felipe el Hermoso.” (Belli, 2005: 27).

Algo que llama mucho la atención es la manera como se siente Lucía ante el retrato de Juana, pintado por Francisco Pradilla, la pintura la hace experimentar diferentes estados de ánimo. Admira en Juana la manera como muestra su coraje y fuerza a pesar de que la época no se lo permitía.

 “Siento tristeza por Juana. Eso de no saber si uno es o no amado…” (Belli, 2005: 121).


“Admiro a Juana, que, sin tener mayores alternativas, optó por rebelarse, por enfrentar su situación y no quedarse callada. No era lo que acostumbraban hacer las mujeres de entonces, por eso la aplaudo.” (Belli, 2005: 204)

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